Una nueva levantera que nos ha dejado tres (por si alguien no se habia enterado) dias de navegación y algunos de surf. Una levantera que nos ha devuelto a una Llana en la que yo hace tiempo pensaba que no volvería a navegar y en la que resulta que ya llevo varias sesiones este año. Una Llana brutal la del jueves donde navegar con 3,7 era ir pasado como casi siempre que se sale con esta medida. Una Llana a la que volvimos el sábado para descubrir que de saltos también vive el waverider, quien nos lo iba a decir. Una Llana que también consigue reivindicar a la masa windsurfera que habitualmente pelea con los vientos raquíticos o racheados y que de repente se ve lanzada a toda velocidad por una vela inferior a cinco metros. Una masa windsurfera que salta con una facilidad inusitada para ella por estas latitudes. En definitiva, una masa windsurfera, que aunque siempre humilde (es una ventaja del wind, siempre te pone en tu sitio), tiene su momento de autosatisfacción por lo extraño de las condiciones y que se materializa en comentarios del tipo:
- tio, ¿has visto? he girado el backloop, aunque no tengo ni idea de como (esta coletilla nunca la oirás en otras disciplinas náuticas cercanas).
- chacho, he hecho una cosa de estas, ¿como se llama?, el aerial de espaldas, aunque supongo que desde fuera no se habra visto gran cosa (idem).
Y es que la masa windsurfera tiene su corazoncito y, sobretodo, una capacidad de emocionarse que es envidiada en aquellos sectores que aún poseen una cierta sensibilidad. Un corazoncito que nos empuja a mirar siempre al sur de Captown, al Alma Máter Calblanquiana (como diría jaimito), porque sabes que en cualquier momento te puede cuadrar la serie y el viento, la dicha y el gozo, aunque a veces ese momento no llegue nunca y uno se sienta abandonado y entristecido. Un Alma Máter Calblanquiana que ahora tiene serios problemas de comunicación con el exterior, haciéndola aún mas salvaje y distinta en estos tiempos donde existe un abuso comunicativo: entre lugares, entre personas, entre tu y yo. Una comunicación que se rompió para mi el sábado noche y que convirtió el resto del puente en un lento y tranquilo discurrir que tuvo su mágico epílogo la mañana del lunes. Allí donde la cala engorda, en la mañana temprano y antes de que los ejércitos de mosquitos hicieran huir a la Familia Godzilla, mi yo incomunicado en el lugar incomunicado pudo disfrutar en soledad de uno de esos dias donde el horizonte no es más que el aviso de la siguiente serie. Un horizonte fabricado del cristal mas puro, translúcido y capaz de morder el azul del cielo con la explosión de cada espuma perdida.
2 comentarios:
Que casualidad que pillas un dia genial tu solo, sin testigos, 30 olas, un tubo, un floater, aereals, 360º ... y los mosquitos protegiendo la entrada para mantenernos a raya. Encima nos lo restriegas en las fauces excusándote con el PIN del teléfono. ¡ tu no quieres que yo aprenda ! ... ehhh
ummmmmmmmm
tendremos que dejarlo en lo de las 30 waves... (aunque igula fueron more..)
dejemoslo en genial, ya que para alcanzar la perfeccion que mejor que haber tenido a un centaúrico compañero...
ay que lastimica
ay
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