miércoles, 28 de agosto de 2013

Galicia año 2013





Y un año más, volvimos por allí.

Parece que, igual que no hay año sin navidades, ya no hay año sin escapada a Galicia. Y es que esta última nunca defrauda. Da igual lo que dure la escapada, da igual cual sean tus intenciones antes de partir.



Además este verano empezamos por la puerta grande: Ni más ni menos que un CIAO Galicia, en Ferrol, con prácticamente la totalidad del windsurf gallego apoyando el evento, y con un buen montón de buenos amigos expedicionarios llegados desde los confines peninsulares. 


¿Qué más se puede decir que no se haya dicho todavía? Que ojalá se repita.Que vaya nivelón que se gastan los gallegos. Que que pena no haber llegado un poco más en forma para poder disfrutar más de las fantásticas condiciones (fue necesario repetir jugada al día siguiente para ir pillando el tono). Que que gran idea lo de la dinglelinha. Que que grandes todo el equipo de organizadores y jueces. Que que buena gente. Que vaya playa. Que vaya condiciones. Que vaya bocatas. Que fue cojonudo.

Y solo un pero. Y yo no soy mucho de "peros", pero es que este me llegó al alma y además creo que hay que decirlo. ¿A quién se le puede ocurrir, en semejante santuario olístico, empezar a saltar olas, pasarse las preferencias por el forro o simplemente dedicarse al más desgarrador freeride en la ola de otro?. Aún sigo sin entenderlo, es como llegar al Bulli y pedirte un bocata de chopped, o sacar un mechero en plan romántico en un concierto de Sex Pistols... tios, con lo fácil que es ser educado... inverosimil. Perdonad la disrupción, pero no podía dejar de decirlo.

En fin, que tras ese baño de masas, de olas y de grandes personas que fueron los dos días por Ferrol, los cuerpos pedían calma, serenidad y un poco de higiene espiritual. Y ya sabíamos donde alcanzar esas tres metas del windsurfer zen. La Costa da Morte nos esperaba.

Esta vez un poco más poblada, y como todo últimamente, mucho más familiar. Pero en cualquier caso igual de recuperadora y de esencial, tan básica como siempre: el horizonte, al arena blanca, las montañas, el trazado hipodámico de los caminos y el paso de las nubes (y como se echan de menos las nubes en el infierno estival mediterráneo). Un mundo entero dentro de otro. Con su propio verano al margen del imperio del chiringuito y el chill-out .Y encima con viento...


Como colofón a este breve intermedio en la locura transitoria que es la vida moderna en el levante, y a modo de premio por haber superado un nivel wind-reiki-zen, el último día, cuando ya estabamos practicamente solos tras la desaparición hacía unos días del viento, tuvimos la suerte de que un grupo de delfines se acercaran al pico donde estabamos surfeando. Veias pasar una mancha oscura bajo el agua, meterse bajo tu ola y sin darte tiempor ni a pensar en remarla, la mancha se transformaba en un enorme cetáceo que volaba por encima de tu cabeza... Espectacular.

Galicia, como siempre te echaremos de menos.



   fotos windsurferas de Sylvia Hernández, Melissa Cortegoso y Mat Pelikan

martes, 6 de agosto de 2013

summertime




¿Cómo convertir un infernal fin de semana de agosto en el mediterráneo en una experiencia única?
Chupado, coge a tus hijos o a los del vecino y mételos en el agua y disfruta.
Disfrutarán ellos y disfrutarás tú. Y aunque esté regular decirlo, tu disfrutarás reviviendo el pasado: tu primer paseo en tabla, tu primera espuma, esos baños de horas, ese último rato de la tarde...

Solo que estos mocosos de ahora empiezan antes que nunca... cabritos...




 El Gran Gaelius: ya coge olas con la tabla de surf y navega solo... y solo tiene 5 años. Lo que le queda por delante...

Ah, que no tienes hijos o que aún teniéndolos prefieres emociones más fuertes, pues verano también es sinónimo de Galicia, y aunque es pronto para meterse en charcos, todo apunta a que este fin de semana el CIAO nos bendecirá con el evento del año... y si no al tiempo...

Nos vemos en Galicia, folks...