lunes, 2 de noviembre de 2009

El aliento de Dios

Casi 30 años han pasado desde la primera vez que me subí a una tabla a vela, y aún así, siguen apareciendo momentos de excitación difíciles de explicar...

Una Primera Silenciosa, así se titulaba el primer libro de corte ecologista escrito por Rachel Carson en 1962. En él se relataba la incidencia que los nuevos productos químicos estaban causando en el medio ambiente. Tóxicos que estaban provocando un deterioro ambiental de manera silenciosa, al mismo tiempo que erosionaban la biodiversidad del planeta. Pues eso precisamente es lo que ocurrió esta primavera de 2009. Un vacío silencioso, una ausencia de valores elementales; llámense ilusión, chispa, emoción, vitalidad,... Provocada, no por agentes tóxicos, si no por ausencia de dos grandes elementos: el aire y el agua, expresados en su más enérgica morfología: el viento y las olas.

Esta ausencia estaba generando una erosión crónica sobre mi aura, y al igual que en el libro de Carson, una pérdida de vitalidad, de mi vitalidad.

Tras un verano donde pude recuperar algo de aliento en una escapada lusa y en un milagro de 3 días calblanquiano, llegó el otoño también silencioso. Pero esta vez, unido a la pérdida de luz y predisposición depresiva inherente a la estación del autumnum, provocó un caos emocional en mí sin precedentes.

Y por cosas del destino, o no..., se produce una conjunción de astros en la punta más meridional de la península ibérica, provocando una especie de canto de sirena que me embauca hasta allí como si no existiese nada más en el mundo.
Después, la gloria. Imágenes imborrables se me presentan; líneas paralelas en el horizonte peinadas por el viento como cabellos de ángel. Mezcla cromática de verdes y azules. Una reacción química en el estómago remueve mis entrañas y empieza a segregar agua de mar por mis venas.

Poco a poco mi cuerpo fluye con las olas, descubro un nuevo windsurfing. Se mezclan muchas sensaciones: velocidad, respeto, admiración, felicidad, emoción, tensión, esfuerzo, decisión, intención, satisfacción, perplejidad,... Una especie de embriaguez relaja mi cuerpo y calma mis males. Con el ocaso, llega la euforia, un poco la locura. Las olas se hacen más enormes y el viento las acaricia más suavemente, creando un dulce roce tangencial haciendo que la tabla hunda el canto de una forma pura y deje los límites en manos (en este caso en los pies) del gobernante. Puro surfing, pura velocidad, pura vida.

Mi alma estaba pletórica, pero aún quedaba hueco para otra sesión más al día siguiente.

En el nuevo día, el viento soplaba más fuerte y las olas eran algo más perezosas, pero confiaba en algo, no sé en que. Y ahora lo sé. Descubrí otra dimensión en el windSURFING, bueno en realidad descubrí dos cosas,...

Una vez deslizándome hacia lo nuevo y "secreto" empiezo ya intuir qué me deparará el día. Una roca negra y puntiaguda se me presenta ante mí muy educada, y una lengua de arena hace lo propio deslizándose desde el verde pinar hacia el azul mar. Mágicamente éste empieza ondularse con 3 o 4 jorobas que van creciendo hasta desplomarse poco a poco. La cuestión está en qué joroba montarse y cuándo pedir permiso a la gran roca madre para que te permita acompañar las olas mientras rompen el cristal.

Ritmo, esa es la clave, la pieza que descubrí en aquel lugar. La música que interpretaba aquella situación requería de acompañamiento. Una música celestial que debías de aprender a escuchar. Bottom-cut, bottom-cut, bottom-cut,... esas eran las notas. El ritmo lo ponías tú, pero casi siempre coincidía con el ritmo de tu corazón. Y de repente, el aliento. Ese chorro de agua expulsado cuando el canto de la tabla corta el cristal líquido. En el momento en que tu exhalación conjuga con ese momento, lo has encontrado, es el aliento de Dios.

Por Óscar

3 comentarios:

io dijo...

Impresionante, Óscar... Me has levantado de la silla. Del revés.

lujo berner dijo...

brutáh... cuanto más lo leo mas mono tengo...

Jose Sepulcre dijo...

¡¡¡¡Espectacular volver a saber de Óscar con este relato!!!!

Impresionante...

Esperemos sentirlo este fin de semana.