Al final lo que comenzó como una jornada de frio y chopicaldazo en cabo palos acabó siendo una semana frenética de kilómetros, latas de atún, ponientes de todos los colores y direcciones, tragedias, alegrias, hallazgos, rabietas y mucho, pero que mucho, surf, con y sin vela...
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El azar y la necesidad que parece regir a todo bicho viviente puede tener una rara interpretación en el caso de los centauros mas inquietos. Si asumimos todo el azar o entropía que la metereología (ciencia que a su vez se ve condicionada por sus propias mutaciones [azar] que detonan las mas diversas teleonomías [necesidades]) juega en la vida del windsurfero de a pie, a este no le queda mas remedio que estructurarse, organizarse y ser condicionado en función de la fuerza del viento, de los grados con los que sopla, de a que hora lo hace, de las herramientas de medida e información y de tantísimas otras variables que acaban determinado el donde, el como, con quien, con que vela.
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En última instancia, solo o en buena compañia, al windsurfer, en semanas como esta, no le queda nada... bueno si, unas puas de erizo en el pie, algún corte o golpe y un cansancio feroz... pero esta nada tan vacia es el mejor de los combustibles para abandonar la cama cada dia, sonreir a cuanto se te pase por delante y pensar en futuros en cinemascope...
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Como dijo alguien el domingo en Calblanque, despues de haber navegado o surfeado lunes, martes, jueves, viernes y sábado, y encontrarse frustrado porque finalmente el poniente no había subido: ¡Yo quiero clavar canto!
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1 comentario:
Que buena pinta tiene el sitio, habrá que ir a probarlo.
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