domingo, 11 de marzo de 2012

Mondo sardo: episodio 4. Da Pischedda


Son las 10 y pico de la mañana, hace un rato que he cogido la carretera de cuatro que carriles que baja de Olbia hacia el sur y el mapa salta en cada curva en el asiento de al lado. El viento se deja notar en el bamboleo de los árboles, ahora solo falta encontrar el sitio. Una ranchera y una furgoneta pasan a mi lado, a pesar de la velocidad consigo distinguir los bártulos propios de un equipo de windsurf, así que aprieto los dientes y piso el acelerador.

Después de un trayecto que se me hace eterno, de adelantamientos insensatos y conducción deportiva por pueblecitos y carreteras secundarias, la caravana se detiene a un lado del camino. Supero mi vergüenza y me paro también, ya no hay nada que disimular, así que me coloco en el flanco de la furgoneta, abro la ventanilla e intento colocar mi mejor sonrisa. Al final resulta que tampoco son sardos, se trata de un grupeto de windsrufistas pisanos que han venido a pasar el fin de semana, alertados por el parte y un contacto local, al que están llamando para encontrar el sitio bueno. Después de las correspondientes presentaciones y de recopilar la información necesaria, nos ponemos de nuevo en marcha.


El spot

S’ena Sa chitta es un pequeño villorrio turístico perteneciente al comune de Siniscola, con una amplia ensenada de arenas blancas encajonada por la espectacular mole de Capo Comino. Por supuesto no es en esta playa donde se navega, demasiado protegida del viento, sino más al norte, justo al principio del pueblo, en una zona llenetica de rocas al más puro estilo sardo.

En el aparcamiento encontramos una furgoneta con dos tipejos gigantes montando sus equipos, en el agua se distingue una vela. La espuma se vuela de lado y hace un viento del carajo. Los supuestos locales resultan ser tres personajes de Milano, que también han decidido pasar el finde por estas tierras. Me explican que estas escapadas son habituales entre los peninsulares norteños, al menos entre los más locos como ellos. Vaya personajes. En ese momento me acuerdo de mis queridos centauros murcianos, y en como disfrutarían de estos periplos en busca de condiciones que incluyen sus buenas 6 horas de barco.

Todo el mundo monta 4,7 o 4,5, pero teniendo en cuenta que la media esta en 90kg, decido montar 4,2. Es la primera vez en mi vida que soy el que menos vela lleva. Convencido de que debe haber un canal de salida, le pregunto a uno de los milaneses por su ubicación. Me mira sonriente, y tras una pequeña pausa me explica que nada de canales, es necesario caminar unos 50m por las rocas con un par de palmos de agua hasta coger profundidad y poder salir.

El sitio no esta nada mal, aunque hace falta cogerle el punto, con una ola de picos que comienza a romper en la punta rocosa frente al aparcamiento, y abre más o menos hacia la ensenada que queda más al sur. No es una ola perfecta, pero poco a poco le empiezo a pillarle el ritmo y al final resulta ser bastante divertida.


Los milaneses


Después de dos horas en el agua aparece una nueva vela que rápidamente marca diferencias con el resto de la fauna local. Un megaforward en todos mis morros y un surfing fluido siempre en la sección crítica me hacen pensar que debe ser alguien por estas zonas. A pesar de que empiezo a estar destrozado (la clásica ansiedad murciana ante una posible desaparición del viento me ha llevado a meterme al agua solamente con un soso te con una nube de leche en el estomago) me vuelvo a motivar viendo al zagal este y echo el resto en un horita extrema llena de lo mejor y peor que puede dar uno. Los errores bochornosos se mezclan con buenos surfings mientras los brazos se me estiran como a Mister Elástico

La panza me comienza a rugir con fuerza y decido finalmente abandonar, eso si con su pertinente paseo por las rocas. Ya fuera, mientras preparo mi merecida spianata con salsiccia, pomodoro y formaggio, uno de los milaneses me comenta que el ultimo que ha entrado al agua no es otro que Gianmario Pischedda “alias Jamiro”, local de Olbia y campeón italiano de olas. Un maquina, vamos.






Jamiro y su fotografo


2 comentarios:

Frutto Lavaggio dijo...

Minchia, ho voglia di partire!
aspento qui il vento anche venga

jose alfonso dijo...

Qué gustico da oir alguna crónica de surf, de viajes, de esperanzas... porque esto es desalentador!! Gracias Jaime!! Y por supuesto, muy bien contada!!