Mientras uno se repone del nortaco primaveral (que raro se me hace poner estas dos palabras juntas) de ayer y del fin de semana dilatado y pasado en Sagres (via Cádiz), voy a poner unas foticos que me quedaron pendientes de la supersesión de slalom en el Secret de hace ya bastantes días.
Se me hace raro pensar en el Secret después vislumbrar la grandeza brutal de las playas atlánticas, pero no me supone un gran esfuerzo viendo las fotos y rememorando el último baño percibir la saludable quietud y belleza de otro tiempo que se respira en este rincón. Si el mediterráneo comparado con el Atlántico nos da un sensación de dimensión íntima frente a la de insignificancia aplastante en la que nos sume la playa oceánica, esta rareza inmaculada del Mar Menor (frente a un litoral viciado y expoliado) nos conduce a un sentimiento casi doméstico ,aunque igual de puro o mas que el de un acantilado masticado por el viento y las olas y quemado por el sol de poniente.
No es difícil imaginar estando allí el esplendor destruido que tenía que suponer el conjunto de este mar chico en otro tiempo, un paraiso perdido y que pronto estará olvidado o no, mientras el secret siga existiendo.
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