primavera en el cabo: ACTION

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Bonito fin de semana lleno de efluvios primaverales y alegrias, que no alergias, contagiadas por el buen tiempo, el sitio y las nuevas generaciones que vienen risueñas y sin ganas de perderse algo. Ni pestañean con tal fin.

Bueno, a grosso modo la cosa fue así:

Dormir en L.A. Levantarnos el sábado tranquilamente y dirigirnos al suroeste. Rodar y rodar. Llegar hasta Génova y ver que no sopla. Encontrarnos con la familia Cañavate. Probar al otro lado: Cabo de Gata Town, a la sombra del cabo, donde el levante sopla offshore y las aguas son llameantemente cristalinas. Pedazo de spot para freestyle y, back to the future, para SLALOM. Montar la 6.8 de Juan. Montar la 5.3 para la tabla de freestyle. Deslizar spockosamente a un metro de la orilla. Probar las tablas de slalom: diosmio, hacia mucho tiempo que no pasaba tanto miedo navegando. Subir en ceñida con la visión del cabo al fondo, trasluchar si los cambers te dejan y bajar hasta la orilla, tirarte al largo y apretar los dientes mientras aguantas vela y ves pasar la orilla a escasa distancia y difuminada por la velocidad. Bestial. Saludar a los grandisimos personajes locales: El de la mili, el padre de familia adolescente, el tito Angel y el Péreh. Admirar los jibes del pro. Recoger. Cenar en el Pikolino, 5 kilos de pizza por estómago. El baile extasiado del pequeño Budha de Ojos Saltones. El souflé parmesano del pequeño Budha de Mofletes Dickensianos. El Peinado del Currante. Limoncello del dia y a sobar en Génova. Lluvia de gran diámetro buena parte de la noche que nos regala un cabo verde indonesia al día siguiente: Viento on shore para 5.3 y Ola escasa y anímica. Surferos domingueros. El Ritual de lo Habitual. Sandwich casero, plátano y bajada del viento. Reencuentros primales de dos mundos diferentes, cañitas, arroz y el gran final: Felicidades Cañaveteras, botella de ron-miel, camiseta embaucadora y el show completo por solo 20 euros. Despedirse. A casa. Adios.

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